Pulsera Helia

PULSERA HELIA (Homenaje a la bióloga botánica HELIA BRAVO HOLLIS).
Edición limitada de 11 unidades.

"Dediqué casi mis 100 años a mi ciencia preciosa. gracias a ella vivimos, gracias a ella conocemos la naturaleza de la que somos parte." (Helia Bravo). 

INSPIRACIÓN

Una joya atrayente y cautivadora que surge de una fusión cromática que transmite luminosidad, brillo y elegancia. Un diseño creado como tributo a una mujer admirable que persiguió con pasión sus sueños y se convirtió en la primera bióloga titulada de México.

La pulsera HELIA combina la belleza del geranio, poderoso amuleto protector frente a la negatividad, con la mezcla de oro y crema, que le aporta un toque chic y glamuroso. Un complemento que te envuelve en luz, vida y te transmite la energía positiva de la Naturaleza. Fabricada con materiales exquisitos, para una mujer elegante y distinguida como tú, que merece lo mejor. Un talismán que te ayuda a conectar con la perseverancia y la fortaleza ante la adversidad que te llevará al éxito.

Pulsera realizada artesanalmente con hoja de Plata Pura (999) elaborada con hoja natural de Geranio, cordón tejido a mano con la técnica de Kumihimo (tejido tradicional japonés) con cuero natural metalizado en color beige champagne y seda japonesa en color dorado. Logotipo de la marca, terminales y cierre de mosquetón de Plata 1ª Ley (925).

SIMBOLOGÍA

Geranio: Numerosas culturas antiguas otorgan importantes propiedades mágicas a las flores de geranio y se consideran como amuletos protectores frente a las artes de la hechicería. Las flores rosadas de geranio se empleaban para elaborar filtros de amor.

Color Dorado: Elegante, luminoso y cautivador. Símbolo de abundancia, realeza, lujo y éxito. Para los Incas el oro era la “sangre del sol”. Equilibra la mente y aporta energía y felicidad. Para personas independientes y auténticas, que asumen riesgos y aman el buen gusto, que alcanzan sus metas y objetivos.

Color Beige: Es un color asociado a la elegancia y al lujo. Sugiere calma, suavidad y calidez. Porta delicadeza y distinción. En las culturas antiguas simbolizaba piedad, sencillez y humildad. Crea una estética minimalista y transmite sensaciones de solidez, estabilidad y seguridad.

BIOGRAFÍA

HELIA BRAVO HOLLIS (30 de septiembre de 1901 – 26 de septiembre de 2001).- Los paseos con sus padres las tardes de domingo y el amor que le inculcaron por la naturaleza desde niña, despertaron el interés de Helia por la biología. Fue una alumna brillante durante la enseñanza primaria y recibió un reconocimiento firmado por el presidente de México, Porfirio Díaz, por sus extraordinarias calificaciones.
En 1914 su padre, seguidor de Francisco Madero, fue fusilado. Sin embargo, a pesar de las dificultades por las que atravesaba su familia, Helia consiguió terminar sus estudios y en 1919 comenzó el Bachillerato. En la Escuela Nacional Preparatoria tuvo como profesor a Isaac Ochotorena, quien le transmitió el interés por la biología.
Se matriculó en Medicina ya que aún no existía la carrera de Biología en la Universidad Nacional. Esta licenciatura comenzó a impartirse un año después en la Escuela de Altos Estudios y Helia solicitó el traslado. Allí continuó estudiando con Isaac Ochotorena. Publicó su primer trabajo en la Revista Mexicana de Biología en 1921. Y, en el período comprendido entre 1921 y 1927, publicó ocho obras sobre protozoos, campo en el que se había convertido en una gran experta.

En 1927 Helia se convirtió en la primera bióloga titulada de México. En 1929, el profesor Ochotorena, fue nombrado encargado del futuro Instituto de Biología. En 1930, la joven fue elegida para ser responsable del Herbario Nacional y recibió el encargo de realizar un estudio de las cactáceas.

Se inicia así una etapa de viajes con el fin de recolectar muestras y fotografiar diferentes tipos de cactáceas. En 1931 se graduó de Maestra en Ciencias Biológicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, con la tesis “Contribución al conocimiento de las cactáceas de Tehuacán”.

En la década de 1950 regresa a la enseñanza como catedrática en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Y más tarde regresaría también al Instituto de Biología de la UNAM, volviendo a asumir la responsabilidad del Herbario Nacional junto a Débora Ramírez Cantú.

En 1951 se fundó la Sociedad Mexicana de Cactología y Helia fue nombrada presidenta. Retomó sus estudios sobre las cactáceas y otras plantas suculentas y realizó una monografía completa. Llegó a cabo un intenso trabajo de campo y de herbario y lo difundió a través de numerosas conferencias, congresos y publicaciones. Estableció vínculos con especialistas europeos y estadounidenses. Fue una de las promotoras del Jardín Botánico de la UNAM, que se fundó en 1959. Y ejerció su dirección durante la década de 1960 adquiriendo un gran reconocimiento por su excelente trabajo al frente del mismo.
Se jubiló a los 90 años obligado por sus problemas de salud. Murió en 2001, con 100 años.

Su extensa obra se compone de más de 160 publicaciones, 2 libros, 60 descripciones de clasificaciones científicas y 59 cambios de nomenclatura. Trabajó en diversos campos de investigación: protozoología, flora acuática, vegetación de zonas áridas y tropicales y taxonomía de las cactáceas.

En 1985 fue nombrada Doctora Honoris Causa por la UNAM y recibió un Premio Investigador Emérito en la misma universidad. Seis especies y una subespecie de cactus llevan su nombre como homenaje, al igual que el Jardín del Desierto, dentro del Jardín Botánico de la UNAM. En el año 2000 se creó una Reserva de la Biosfera en Metztitlán, impulsada por el trabajo de investigación que realizó en esta zona.