22 de marzo, el día del Agua
Como afirmaba el genio Leonardo da Vinci, "el agua es la fuerza que mueve a toda la Naturaleza". En este Día Mundial del Agua quiero invitar a una profunda reflexión sobre la necesidad de conservar este elemento, esencial para la vida, en toda su pureza ya que, de ello, depende la salud de nuestro planeta y nuestra propia existencia. En este artículo he querido hacer referencia al maravilloso trabajo del científico japonés Masaru Emoto y sus experimentos sobre el efecto del entorno, las palabras y la música en la formación de los cristales de agua y sus increíbles y asombrosos resultados.
“La suprema bondad es como el agua, que todo lo nutre sin esfuerzo...”. Con estas palabras comienza el verso VIII el Tao Te Ching que, según cuenta la leyenda, fue escrito por Lao Tse, un profeta chino que trabajaba en la conservación de los archivos del imperio en la antigua capital Luoyang.
Cuando me estaba planteando buscar un enfoque original para mi artículo sobre este Día Mundial del agua me encontré con el capítulo VIII – Vivir dentro del flujo - del libro “Nuevos pensamientos para una vida mejor”, escrito por Wayne Dyer, uno de mis autores favoritos. Es un pequeño ensayo en el que hace una interpretación personal de este maravilloso texto espiritual, lleno de sabiduría, escrito hace aproximadamente 2.500 años.
Los seres humanos estamos compuestos, en nuestra mayor parte, por agua (un 75 % aproximadamente). Y en el caso del cerebro, nuestro órgano más complejo, este porcentaje se eleva hasta un 85%.
Partiendo de este dato, en su reflexión sobre el verso VIII del Tao, Dyer nos invita a vivir como el agua, fluyendo con alegría y aceptando lo que la vida nos depare sin luchar contra ello, ni tratando de ser algo diferente a lo que somos. Debemos adaptar nuestros pensamientos y acciones a la naturaleza de las cosas, confiando en el flujo eterno, y ser amables con las personas que nos rodean, permitiéndoles ser libremente lo que elijan, sin interferir ni tratar de controlar sus vidas. Si somos libres para fluir como el agua, seremos libres para comunicarnos con naturalidad, mostrando nuestra propia esencia, quienes somos realmente, sin máscaras ni disfraces.
En este capítulo, Wayne Dyer hace referencia a otro gran libro, del científico japonés Masaru Emoto, que os recomiendo leer si no lo conocéis: “Mensajes del Agua”. Los trabajos de Emoto son sorprendentes y nos invitan a una profunda reflexión sobre cómo influyen las palabras que empleamos al dirigirnos a los demás y, sobre todo, a nosotros mismos. Así como el entorno en el que vivimos y el tipo de música que escuchamos.
El agua es la fuente de la vida, si el agua está contaminada, se le niega la existencia a todas las criaturas. Con esta reflexión, Masaru Emoto trata de concienciarnos sobre la necesidad de prevenir la contaminación del agua, elevando los niveles de purificación de la misma, para resolver los problemas ambientales. Con el fin de poder evaluar el agua con claridad, Masaru Emoto ha desarrollado un método único de abordar el estudio del agua llamado “Las caras del agua”, basado en el análisis de los cristales que se forman al congelar distintas muestras de agua.
Para ello, este científico japonés partió de la siguiente teoría: cuando una molécula de agua se cristaliza, el agua pura se convierte en cristal puro, pero ¿se cristalizará de forma igualmente bella el agua contaminada? En principio, creía que la respuesta a esta pregunta sería afirmativa pero sus experimentos arrojaron resultados sorprendentes. Existen grandes diferencias entre los cristales que se forman en las muestras de agua en función del grado de contaminación del lugar de origen del agua y del sistema de tratamiento de la misma. En el Capítulo 1, podemos ver, inicialmente, fotografías de cristales de agua procedentes de muestras recogidas en distintas ciudades de Japón y, a continuación, de otras muestras procedentes de ciudades del resto del mundo como Nueva York, Londres, París, Vancouver, Buenos Aires y Manaos.
A continuación, podemos encontrar cristales procedentes de agua de manantiales, ríos, lagos, pantanos y glaciares. Y también se realiza un estudio del agua pluvial en distintas partes de Japón.
Pero los estudios de Masaru Emoto fueron más allá y se planteó analizar cómo afectaban las vibraciones de la música y de las palabras al agua contenida en las plantas y en los alimentos, descubriendo que la buena música y las palabras amables ejercen un efecto positivo en el agua. Para hacer “escuchar música” al agua, el procedimiento es el siguiente: se coloca agua destilada entre dos altavoces y se pone una pieza de música completa a volumen normal. Se dan unos golpecitos a la parte inferior de la botella de agua destilada y se deja reposar durante la noche. Se vuelve a golpear al día siguiente, antes de congelar el agua en el congelador para producir los cristales. Se fotografían los cristales. Las muestras expuestas a Música Hado de sanación, la “Pastoral” de Beethoven, la “Sinfonía no 40 en Sol Menor” de Mozart, “Aire para cuerdas en Sol” de Bach, “Variaciones Goldberg” de Bach, formaron cristales con formas maravillosas. Mientras que, en las muestras expuestas a música Heavy Metal, la estructura hexagonal básica y bien formada del cristal aparece rota en pedazos.
Tras analizar los efectos de la música sobre el agua, Masaru y su equipo de investigación se plantearon estudiar qué clase de reacción podía tener el agua a las palabras. Así, decidieron “hablarle” al agua, empleando palabras escritas por un procesador de texto, no manuscritas.
Dividieron las muestras de agua en dos partes y las colocaron en frascos de vidrio en los que iban pegando una etiqueta:
Muestra 1 Muestra 2
gracias estúpido
amor/comprensión me das asco /te voy a matar
alma demonio
ángel diablo
hermoso sucio
hagámoslo hazlo
El agua expuesta a las palabras del primer grupo desarrolló hermosos cristales, de bellísimas formas. En el caso de “gracias” la forma fue muy similar a la del cristal que fue expuesto a las “Variaciones Goldberg” de Bach, mientras que el agua expuesta a la palabra “estúpido” formó un cristal similar al que fue expuesto a la música “Heavy Metal”.
Es realmente asombroso ver la variedad de cristales que puede mostrar el agua de acuerdo con el ambiente en que se encuentra.
Como afirma Masaru Emoto, su trabajo partió de su amor por la gente y por la Tierra, con el fin de que comprendamos los aspectos de misterio y grandeza del agua. Y, sin duda, es lo que descubrimos al leer “Mensajes del Agua” y contemplar sus espectaculares y sorprendentes fotografías de los diferentes cristales obtenidos en sus experimentos. Un maravilloso trabajo que debería concienciarnos sobre la necesidad de cuidar nuestros pensamientos y las palabras que pronunciamos, ante la posible influencia destructiva que pueden tener sobre este precioso elemento, vital para nuestra existencia y, en consecuencia, sobre cada ser humano puesto que, en gran parte, somos agua.
“Calma las aguas de tu mente y el universo y las estrellas se verán reflejadas en tu alma” (Rumi)
El elemento agua se relaciona con lo femenino y con el inconsciente, con la sensualidad, la calma, la paz y la serenidad. En la interpretación de los sueños representa nuestros deseos más profundos y pasiones ocultas. Según la doctrina del psicólogo suizo Carl Gustav Jung, fundador de la Psicología Analítica, el agua se manifiesta a través del Sentimiento. Los signos zodiacales de Agua son Cáncer, Escorpio y Piscis. Las personas en las que domina el elemento agua están ligadas al reino de la emoción profunda y las respuestas sentimentales.
Poseen gran intuición y sensibilidad psíquica. Tienen gran capacidad de empatía hacia los demás y son vulnerables. La emotividad es su principal modo de entender el mundo y la vida. El elemento agua corresponde al proceso de ganar consciencia a través de una comprensión lenta pero segura de los más hondos anhelos del alma. El taoísmo asociaba el agua al planeta Mercurio.
Y para celebrar este Día Mundial del Agua, quise realizar una colección muy especial que rindiese tributo a este magnífico elemento, parte esencial de nuestra existencia. La Colección ELIXIR DE VIDA, está formada por un conjunto de joyas que tienen, como componente protagonista, gemas con la forma de una gota de agua, símbolo de Vida y Eternidad en el imperio persa. Cada collar es un homenaje a un paisaje grandioso de nuestro planeta, creado por el agua. Te invito a descubrir esta hermosa colección y la simbología que encierra cada una de sus piezas. Entra en un mundo de leyendas y gemas fascinantes, donde la Naturaleza se convierte en joya, como alabanza visual al elemento que da origen a la Vida.